martes, 15 de abril de 2008

Son sueños que nunca se cumplen...

"Dormía plácidamente. Ya había amanecido y unos rayos de sol se colaban por la ventana iluminando levemente la desordenada estancia. Creí haber despertado por unos instantes cuando ví emerger una figura cruzando el humbral de la puerta. La figura me resultaba familiar, pero me sorprendió verle frente a mí, sonriéndome. Incluso creí escuchar su voz saludando mientras le devolvía la sonrisa. Nos miramos y no mediamos más palabras que la de los gestos y las miradas. Él recorrió el poco más de un metro que le separaba de mi cama y de mí. Primero se sentó en un lado, mirádome a la cara, esperando que fuera yo la que diera el siguiente paso. Sabía lo que él quería, conocía el mapa de sus insinuaciones y era un momento que ya habíamos imaginado ambos. Me hice a un lado, pegando por completo a la pared mi espalda y aparté el edredón invitándole a que entrara. Hizo un poco más amplia su sonrisa y yo sentí un ligero rubor. Él sabía lo que yo estaba esperando perfectamente, pero quiso alargar el momento. Por fin deshizo los centímetros que salvaban nuestras bocas y se fue acercando lentamente. Cerré los ojos y me abandoné al laberinto de sensaciones y experiencias que supone en pimer beso con una nueva persona. Roce y caricias. El sabor de sus besos se me antojaba misterioso, cargado de dulzura y de amor, lejos de los besos que sólo esconden la pasión húmeda de un momento que no espera una segunda vez.
Al final se metió en el hueco que le había rerservado junto a mí y me miró a los ojos. Fue una dulce sensación. Me apartó el pelo de la cara y me acarició de nuevo. Un último beso, un largo abrazo y desperté."


A menudo los sueños nos juegan malas pasadas. El subconsciente se empeña en recordarnos aquello que jamás podremos poseer y se burla de nosotros con su arma más poderosa. Por unos instantes nos deja jugar con lo que siempre deseamos para arrebatárnoslo a la llegada del alba. Otras veces se empeña en sacar a la luz aquello que queremos esconder bajo mil capas, aquello que creíamos olvidado o que simplemente no nos apatece reconocer. Nadie sabe lo que soñamos y no nos pueden juzgar por nuestros sueños. Nadie sabe por qué nuestro subconsciente habla así con nosotros y qué es exactamente lo que nos quiere decir en esas charlas. Todos los días viene a hablar con nosotros cuando más vulnerables nos encontramos. A veces le damos la importancia suficiente a esas charlas y a la siguiente mañana tenemos imágenes nítidas que nos hacen replantearnos el contenido; otras, sin embargo, vivimos las charlas como un momento más que acontece cada noche, algo rutinario y reparador que termina con el sonido del despertador.
Sueños... me gustan cuando los puedo tocar con la punta de los dedos y sentir las caricias. Los odio cuando me doy cuenta de que todo se ha desvanecido en cuanto he abierto los ojos. Me intrigan cuando aparece gente que dejé atrás, que no veo o que tengo frente a mí todos los días en un rol diferente y en un escenario que a veces roza lo subrealista. Supongo que es nuestro espacio íntimo durante unas horas. No podemos evitar hacerlo así que ¿por qué no aprovechamos momentos como el que nos proponen y los intentamos hacer realidad, aunque al abrir los ojos nos duelan? Al fin y al cabo no podemos evitarlos.