sábado, 19 de julio de 2008

O estoy soñando o hay nieve en la ventana...

Los tacones resonaban en las calles donde los coches apenas pasaban. Un mapa en una mano y un cigarro en la otra. "Donde estamos?"- se oía respirar. Comenzaba a oscurecer y las prisas se hacían presentes: "crees que llegaremos?" "Sí, mujer, claro." Una caminata por las calles con la ilusión por bandera y al fin, las luces de neón nos dieron la bienvenida. "Núria? por fin! Me alegro de conocerte! Todavía no han abierto?" y una dulce espera que se alargó más de lo previsto, pero que, en tan buena compañía, se pasó bien. Al final, y tras un rato, se oyó el ruido de la persiana subiéndose y entramos. Un ligero frescor nos dio la bienvenida. La sala todavía estaba vacía y se apoderó de nosotras esa sensación de confusión y de inminencia que precede a los grandes momentos. De pronto, cruzó la sala y enmudecí por unos instantes. Lo seguí con la mirada y comencé a darme cuenta de que aquello significaba tener cerca a alguien que, desde que lo descubrí meses atrás, se había convertido, sin saberlo, en alguien especial que era capaz de ponerle la banda sonora a mi vida con esa voz desgarrada y tan poco conocida. Me emocioné sin darme cuenta, pero con esa emoción que te invade el cuerpo y te hace estremecer bajo la apariencia de un sereno nerviosismo. Apoyado sobre la barra, mi mirada se desviaba sin pretenderlo en dirección a él. Simple curiosidad mezclada con la expectación más absoluta y una profunda admiración cariñosa. En alguna ocasión, mi mirada se cruzó con la suya y me pareció que había una barrera invisible tras la cual se hallaba una persona que era mucho más que una voz. El pequeño escenario se iluminó tenuemente tras una larga espera para presagiar que, en breves instantes, aparecería él junto a los chicos. Un fuerte aplauso y por fin subió el único escalón que le alzaba a una pequeña tarima que le haría de escenario. Una botella de agua y wishky para compesar descansaban sobre un altavoz. Las primeras palabras que le servían de carta de presentación antes de una brillante interpretación sirvieron como pistoletazo de salida. "A oscuras me parece un buen momento para reconocer que la foto de mi alma es trucada.." Un paseo por las letras que, inocentemente y sin pretenderlo, me transportaban a un viaje de recuerdos y de caras que se materializaban más allá. Anécdotas, cuerdas que se rompían a mitad de una canción, "turcas"... me dio la sensación de tratarse del concierto de un colega que se pone delante del grupo y empieza a tocar entre bromas, buen rollo, risas, copas y cigarros. Un colega al que si le apetece, se enciende un pitillo mientras te toca la canción que le has pedido. Entonces, tú también te enciendes un cigarro mientras sigues en tu taburete y te levantas de pronto impulsada por esa emoción contenida. Me encantó la manera en que lo ví. Me gustó verle emocionado y sorprendido. Me encantó tenerle justo enfrente y que en alguna ocasión me mirara y sonriera. Era como si subido a ese escenario, la barrera invisible se hubiera desvanecido.



Luego, me parecía increíble el momento en el que se bajó del escenario después de los bises, las últimas canciones que siempre le hacían volver al escenario hasta que los dueños del garito lo tiraron, y se mezcló entre la gente. En esos momentos bebió del cariño de la gente que lo buscaba y le pedía firmas y fotos. Se sentía bien y se notaba. Yo asistía al espectáculo como en una pequeña nube que había esperado mucho tiempo para vivir aquel momento. De pronto se quedó solo y giró la cabeza hacia mí. Me miró. Lo miré. Yo llevaba su disco y un permanente en la mano y supuso lo que quería. Yo realmente esperaba a que Núria saliera del baño para hacerla partícipe también de ese momento, pero cuando él se me quedó mirando, me ví empujada a saludarle. Al final se acercó a mí. Dos besos. Una pequeña charla, dedicatoria, firma, charla y un nos vemos! "Jéssy", "pero eres de Valencia? joé! qué ilusión!" Y de la misma manera asistí mientras esperaba a ese momento que vivieron otros. Al final, la última foto con él, pero esta vez con mis acompañantes, las mejores para una noche como ésa. Luego charlas, fotos y firmas con Santi y Berenguer. Súper majos y encantadores que sólo hicieron que contribuir a hacer la noche más perfecta. Me encantó Berenguer, tan cercano, hablado con él en catalán-valenciano (él en catalán, yo en valenciano), tocándole el pelo y proponiendo que le dedicaran a Núria el disco o que la invitaran a cenar xD. Y para acabar, charla más tranquila con Rafa. "El otro día, en Madrid, yo era una de esas que te estaba viendo por internet y a las que saludaste, ya que decías que no sabías si alguien te estaba viendo". Ey! que no me lo creía, pero yo estaba allí, a su lado, y se despidió de nosotras. "ya os váis? Bueno pues nos vemos en Vivaldi y espero verte en el próximo en Valencia. Yo también me voy a ver si descanso un poco" Y así, con un par de besos y un "hasta pronto" nos despedimos de él, como de un colega del que te despides cuando se ha acacado el pitillo y se larga tras un rato a echar la siesta.




Me gusta esto. Me gusta al punto al que estoy llevando mi vida en estos momentos respecto a estos temas: hacer lo que me apetece, acercarme a quien yo quiero y no permitir que sea al revés.










Besos!













Jéssy*