domingo, 29 de marzo de 2009

Lo vio allí, apoyado en el marco de la puerta con su sonrisa por bandera. Quizás no era considerada la sonrisa más bonita del lugar, pero tenía la asombrosa propiedad de dejarla sin habla. Después de verla, de verlo a él, sentía como su corazón se iba acelerando y como le faltaba la respiración. Era asombroso. Después de cruzar la mirada con él, parecía como si hubiera estado corriendo, como si acabara de finalizar una carrera de fondo que parecía no haber tenido final. Luego llegaba el momento de sentirse estúpida, de sentirse atada a una ilusión inalcanzable, de soñar con unos labios que le quedaban lejos, de quedarse sin habla cuando él le decía algo, de sonreírle y mirarle embobada cuando se lo cruzaba. No podía ser amor, pero se trataba de esa ilusión , de ese juego, de ese momento en el que él se te mete en la cabeza y pone tu mundo patas arriba, de esa química que estalla dentro de tí, de cada escalofrío por tenerlo cerca, de cada sensación de miedo que sientes cuando piensas en el futuro y sabes lo difícil que será verle dentro de unos meses.
Pero ahogó todas las voces que se empeñaban en hablarle a gritos. Quería simplemente disfrutar de su momento, de sus sueños y le preocupaba tener a un él cerca porque lo había pasado mal antes y sus potecciones se quebraban en mil y un pedazos cuando aparecía alguien capaz de hacerla sonreír. Era débil y se dejaba llevar demasiado por los impulsos de un irrefrenable corazón que latía a mil por hora sólo al pensar en el chico de los lunares irresistibles. Lucharía en contra de sus sentimientos si hacía falta sólo por no sufrir ante algo que por lo que no tenía posibilidades. Se sellaría para que no le diera un vuelco el corazón al verlo apoyado en el marco de la puerta, se blindaría con todas sus armas y se alejaría el día de la despedida para que nadie la viera llorar.

domingo, 22 de marzo de 2009

La chica del vestido azul

Quién te dio el lunar que hizo retirarse al mar y que es la luz de la ventana abierta a la verdad. Hoy te vuelvo a ver. Hoy te vuelvo a ver. Tú sigues siendo el recuerdo aquel que una vez bailó conmigo un rato y se fue.

LODVG- La chica del gorro azul








Las luces. El humo. El sudor. La respiración agitada. El frío del hielo de la copa que se acaba de caer. La canción que tarareáis al unísono mirándoos a los ojos, sonriéndoos mientras que bebéis de la copa del otro. El aliento sobre tu rostro que huele a alcohol. El ron. El vodka. La cerveza de la marca roja. Los abrazos que nacen de ese sentimiento de repentina amistad. Los sentimientos que se magnifican. El no ver nada más allá de lo que tienes enfrente. Los mareos. Los bailes con él, sin él, con cualquiera que se te ponga delante. Las sonrisas que no sabes a quien van dirigidas. Los cigarros que te tiran al suelo porque no les gusta que fumes... Y entre todo, él, que baila contigo, que te apaga los cigarros, que te habla al oído, que te mira a los ojos, que te invita a una copa, que te envuelve con su charla, que te cuída, que, sin saber por qué, se ha aprendido tu nombre y lo repite, que te escucha y te ofrece su ayuda... y que se cuela en tu vida aún cuando eres consciente de que sólo es porque ha bebido demasiado.