viernes, 26 de diciembre de 2008

Y si el miedo...

"Tan difíicl como hacer fuego sólo con los ojos es burlarse del destino. Cuando menos te lo esperas suelta un golpe y te demuestra quien es el que manda aquí."

martes, 2 de septiembre de 2008

En fin, por aquí ya no pasa nadie...

Simplemente creo que no tengo talento para cumplir mis sueños. No veo mi futuro y mi pasado queda difuso. No sé hacia dónde voy ni qué esperan de mí. Estoy cansada de cometer errores y me planteo seriamente por qué hay gente que sigue a mi lado. A veces me miro al espejo y no me reconozco. Cómo soy? Soy como me veo o tengo una cara oculta? Río con amargura cuando me da por pensar que mi futuro quizás no llegue a ser como me lo imagino. Cómo me lo imagino? A veces lo imagino brillante, con sueños cumplidos, con besos y caricias cómplices, con todo aquello que fui soñando durante años. Otras veces,las que más, me lo imagino negro y fustrado. Sola. La soledad nos asusta a todos y no concibo un futuro sin ella. Carezco de cualidades en todos los sentidos y me aterra pensar que esas falta de cualidades alejará a todos de mí. Río. Lloro. La oscuridad me aterra porque con ella viene el silencio y eso todavía me aterra más. Es algo tan simple como quedarme a solas con mis pensamientos que van y vienen y me muestran que no sé hacia dónde voy y que tengo una colección de miedos y tormentos mayores que la oscuridad. A veces, simplemente pienso que no tengo derecho a nada y mucho menos a enamorarme. Me siento estúpida, pero quizás mañana vuelva a sonreír.






Aquella noche me inspiraste...


Sophie se dio cuenta de que él tenía una gran influencia. En el tiempo en el que estuvieron allí sentados, multitud de personas se habían acercado a saludarle, a preguntarle por sus padres, por su vida, por su futuro. La gente lo miraba con respeto y ella se sintió intimidada. Fue por eso que apuró pronto su cerveza y le pidió ir a un sitio más tranquilo. Él la miró con intensidad, envolviéndola con sus ojos claros en la atracción y magia que sólo él poseía, y le tendió la mano. [i]"Y si vamos a un lugar donde seamos desconocidos?"[/i] Ella alzó una ceja, confusa, pero posó su mano derecha encima de la del joven y se dejó conducir donde él la llevase. Pagaron al camarero y se aparecieron junto al Támesis, en mitad de un puente. La luna comenzaba a reflejarse sobre las aguas tranquilas del río que dividía la ciudad. De pronto, tan sólo eran turistas mezclados entre la multitud. Sin presiones, sin gente que los parara... sólo estaban ellos dos y aquella sería su noche. Al amanecer, con los primeros rayos de sol, ya decidirían cuál sería su suerte, si es que continuaban juntos.
Y después de pasar un rato abrazados en mitad del puente, dejando que el frío viento jugara con sus cabellos y les recordara que todavía seguían vivos, marcharon a un lugar donde la penumbra les diese la intimidad que andaban buscando. Fue entonces cuando él la besó por primera vez, bajo la lluvia fina y persistente que marcaría aquel opaco día. Y fue entonces cuando ella se dejó llevar y olvidó el peso de los apellidos y el qué pasaría mañana. Bajo aquella luna brillante y casi oculta, tan sólo existían aquellos dos jóvenes que tan sólo eran eso: jóvenes que experimentaban con aquel juego de seducción, de besos y caricias. Lo malo era que Sophie era la única que se entregaba a los latidos de su corazón. Él tan sólo se entregaba a la pasión, sabiendo que, como con otras, cuando el amanecer llegara y la arrancara de sus brazos, el juego habría terminado. En aquella ocasión, él podía sentir algo más, pero sus sentimientos se callaron cuando ella le contó la verdad.

sábado, 19 de julio de 2008

O estoy soñando o hay nieve en la ventana...

Los tacones resonaban en las calles donde los coches apenas pasaban. Un mapa en una mano y un cigarro en la otra. "Donde estamos?"- se oía respirar. Comenzaba a oscurecer y las prisas se hacían presentes: "crees que llegaremos?" "Sí, mujer, claro." Una caminata por las calles con la ilusión por bandera y al fin, las luces de neón nos dieron la bienvenida. "Núria? por fin! Me alegro de conocerte! Todavía no han abierto?" y una dulce espera que se alargó más de lo previsto, pero que, en tan buena compañía, se pasó bien. Al final, y tras un rato, se oyó el ruido de la persiana subiéndose y entramos. Un ligero frescor nos dio la bienvenida. La sala todavía estaba vacía y se apoderó de nosotras esa sensación de confusión y de inminencia que precede a los grandes momentos. De pronto, cruzó la sala y enmudecí por unos instantes. Lo seguí con la mirada y comencé a darme cuenta de que aquello significaba tener cerca a alguien que, desde que lo descubrí meses atrás, se había convertido, sin saberlo, en alguien especial que era capaz de ponerle la banda sonora a mi vida con esa voz desgarrada y tan poco conocida. Me emocioné sin darme cuenta, pero con esa emoción que te invade el cuerpo y te hace estremecer bajo la apariencia de un sereno nerviosismo. Apoyado sobre la barra, mi mirada se desviaba sin pretenderlo en dirección a él. Simple curiosidad mezclada con la expectación más absoluta y una profunda admiración cariñosa. En alguna ocasión, mi mirada se cruzó con la suya y me pareció que había una barrera invisible tras la cual se hallaba una persona que era mucho más que una voz. El pequeño escenario se iluminó tenuemente tras una larga espera para presagiar que, en breves instantes, aparecería él junto a los chicos. Un fuerte aplauso y por fin subió el único escalón que le alzaba a una pequeña tarima que le haría de escenario. Una botella de agua y wishky para compesar descansaban sobre un altavoz. Las primeras palabras que le servían de carta de presentación antes de una brillante interpretación sirvieron como pistoletazo de salida. "A oscuras me parece un buen momento para reconocer que la foto de mi alma es trucada.." Un paseo por las letras que, inocentemente y sin pretenderlo, me transportaban a un viaje de recuerdos y de caras que se materializaban más allá. Anécdotas, cuerdas que se rompían a mitad de una canción, "turcas"... me dio la sensación de tratarse del concierto de un colega que se pone delante del grupo y empieza a tocar entre bromas, buen rollo, risas, copas y cigarros. Un colega al que si le apetece, se enciende un pitillo mientras te toca la canción que le has pedido. Entonces, tú también te enciendes un cigarro mientras sigues en tu taburete y te levantas de pronto impulsada por esa emoción contenida. Me encantó la manera en que lo ví. Me gustó verle emocionado y sorprendido. Me encantó tenerle justo enfrente y que en alguna ocasión me mirara y sonriera. Era como si subido a ese escenario, la barrera invisible se hubiera desvanecido.



Luego, me parecía increíble el momento en el que se bajó del escenario después de los bises, las últimas canciones que siempre le hacían volver al escenario hasta que los dueños del garito lo tiraron, y se mezcló entre la gente. En esos momentos bebió del cariño de la gente que lo buscaba y le pedía firmas y fotos. Se sentía bien y se notaba. Yo asistía al espectáculo como en una pequeña nube que había esperado mucho tiempo para vivir aquel momento. De pronto se quedó solo y giró la cabeza hacia mí. Me miró. Lo miré. Yo llevaba su disco y un permanente en la mano y supuso lo que quería. Yo realmente esperaba a que Núria saliera del baño para hacerla partícipe también de ese momento, pero cuando él se me quedó mirando, me ví empujada a saludarle. Al final se acercó a mí. Dos besos. Una pequeña charla, dedicatoria, firma, charla y un nos vemos! "Jéssy", "pero eres de Valencia? joé! qué ilusión!" Y de la misma manera asistí mientras esperaba a ese momento que vivieron otros. Al final, la última foto con él, pero esta vez con mis acompañantes, las mejores para una noche como ésa. Luego charlas, fotos y firmas con Santi y Berenguer. Súper majos y encantadores que sólo hicieron que contribuir a hacer la noche más perfecta. Me encantó Berenguer, tan cercano, hablado con él en catalán-valenciano (él en catalán, yo en valenciano), tocándole el pelo y proponiendo que le dedicaran a Núria el disco o que la invitaran a cenar xD. Y para acabar, charla más tranquila con Rafa. "El otro día, en Madrid, yo era una de esas que te estaba viendo por internet y a las que saludaste, ya que decías que no sabías si alguien te estaba viendo". Ey! que no me lo creía, pero yo estaba allí, a su lado, y se despidió de nosotras. "ya os váis? Bueno pues nos vemos en Vivaldi y espero verte en el próximo en Valencia. Yo también me voy a ver si descanso un poco" Y así, con un par de besos y un "hasta pronto" nos despedimos de él, como de un colega del que te despides cuando se ha acacado el pitillo y se larga tras un rato a echar la siesta.




Me gusta esto. Me gusta al punto al que estoy llevando mi vida en estos momentos respecto a estos temas: hacer lo que me apetece, acercarme a quien yo quiero y no permitir que sea al revés.










Besos!













Jéssy*

sábado, 28 de junio de 2008

Qué caro es el tiempo...


He puesto punto y final a una etapa, la más larga de mi vida. Vale que mi vida no es que sea excesivamente larga, que todavía no he llegado a la veintena y que el camino, si Dios quiere, es largo. Conforme me encuentro anclada en esta edad algo incierta pienso en que quiero (necesito) crecer, enfrentarme a nuevos retos, huír de los fantasmas de una vida que me podía haber tratado mejor. Las despedidas siempre son duras y las maquillamos bajo un "hasta luego", porque así parece que duelen menos, pero duelen de la misma manera. Me ha tocado despedirme de una parte de mí que durante algo más de 13 años ha vivido día a día a mi lado. A veces he deseado huir de ahí porque todo se me antojaba asfixiante y creía que no podría respirar, pero una vez pasadas esas épocas de crisis, siempre me he sentido como en casa. Llegué siendo una enana que a penas hablaba y que ya mostraba su interés por las letras copiando todo lo que se le pusiera a tiro (era la atracción de mi familia que me ponía frases para copiar en cualquier folio). Allí conocí a gente asombrosa que me ha brindado siempre todo su cariño. Los recuerdos de los primeros años son escasos, pero sé que me han marcado profundamente. Aquellos primeros juegos, las siestas, las canciones, los primeros contactos con esas personas que años después llamo amigos. Luego llegó un nuevo pasillo. Otra vez la sensación de sentirse mayor siendo una niña muy pequeña. Nuevos profesores que nos miraban con un cariño infinito y que nos explicaban tantas y tantas cosas que nos quedaban desconocidas. Las pequeñas travesuras, las charlas que entonces no entendíamos pero que ahora valoramos y comprendemos, los juegos mezclados con las nuevas obligaciones, el ir despuntando en diversas áreas que luego nos marcarían... Parece que queda un poco lejano, pero en realidad hace 10 años que llegamos al pasillo "de primaria". 10 añazos. Creo que en esa época la figura que se impuso por encima del resto fue José Antonio. Ese hombre con camisa y barba que destacaba por sus chascarrillos, su carácter autoritario pero cariñoso, sus castigos por no hacer el deber o estudiar inglés, las primeras lecciones de sintáxis... fue el hombre que me hizo aprender la definición de la palabra tabú porque no la busqué en el diccionario aquel día (la defición exacta de la palabra en el diccionario que usábamos en aquella época es : lo que no debe de ser nombrado ni mencionado debido a prejuicios o convenciones sociales xD)

6 años depués tocó volver a cambiarse de pasillo, subir por una escalera nueva, ver a los profesores de primaria y saludarlos sin ser alumnos suyos ya. Llegamos sintiéndonos mayores, sabiendo que el final tampoco estaba tan lejano. Nuevas obligaciones, clases distintas, compañeros que se quedaban por el camino, restructuración de amigos, amoríos, profesores nuevos. Han sido 4 últimos años alucinantes. Me lo he pasado en grande y he crecido como persona. La madurez ha hecho acto de presencia. Dejamos de evitar el roce físico y nos decantamos por los besos y los abrazos para solucionar los díaas malos. Comenzaron a aparecer los sueños, los planes, las preferencias... y hemos acabado como somos. En esta época me ha tocado vivir muchas cosas y estoy orgullosa de poder decir que he contado siempre con los mejores apoyos fuera cual fuera el problema. Amigos de verdad, profesores que han sido más que eso, hermanas que siempre han tenido una cálida sonrisa...En esta época me ha tocado refugiarme muchas veces en esa gente y nunca me han fallado.

Por eso me da tanta pena saber que no voy a tener más abrazos de esa gente, que se ha acabado eso de montar una tertulia en clase, escaparse por esos pequeños pasillos con alguna excusa, hablar y reír en clase con los profesores como promotores del cachondeo.. que se ha acabado refugiarme los días malos en ese rincón y llorar porque el mundo es injusto y no me deja respirar para que él venga y me anime, me de una charla y se quede en blanco diciéndome que me merezco tener suerte.

Por eso, estos días, las lágrimas se han apoderado de todos nosotros y nos hemos fundido en miles de abrazos y besos, fuera cual fuera nuestra condición dentro del centro. Intercambio de teléfonos, promesas (tengo que volver con un libro en cuya portada figure mi nombre, no? xD), planes, sueños y tristeza. El adiios, o mejor hasta luego!, a una etapa que nos ha marcado irremediablemente para siempre y que es la culpable de que hayamos llegado a ser como somos. Os echaré mucho de menos. Lo sé. Os recordaré siempre. Gracias mil gracias muchísimas gracias!




besooooos!!!!





jesS

jueves, 19 de junio de 2008

Una vida que espero que pronto vuelva a la normalidad...

Suena el despertador. Te has acostumbrado a él y ya no lo odias, simplemente te limitas a apagarlo y a darte media vuelta consciente de que la ducha te espera y que lo que no hiciste anoche sigue en su sitio. Ya no hay una voz que te grita mientras te prepara el desayuno y hueles a café recién hecho: "Jesiiiiiiittttaaaaa, vas a llegar tarde a clase!!! Venga, cariño, date prisa que te cuesta!" Ahora saltas de la cama. No bajaste las persianas la noche anterior para que el sol te ayudara a despejarte. Esa no es tu habitación pero ella se empeña en que duermas allí y cierres el pestillo. La cama es más ancha, la habitación es más grande, más fría y cuenta con un baño que ya has hecho tuyo. Enciences el calentador mientras que sacas la leche de la nevera, la metes en el microondas con tu taza y te vas a la ducha. Los ojos todavía luchan por despegarse y, como puedes, te desnudas con el frío en el cuerpo. El agua caliente tarda un poco y maldices por lo bajito que el otro baño se haya estropeado. Puede que ya estemos en verano, pero las mañanas siguen siendo frías y no perdonas el agua caliente. Comienzan las prisas: el cola-cao que todavía quema, sécate el pelo, haz el almuerzo (si es que ayer te acordaste de comprar pan), lávate los dientes, coge la mochila y corre hacie el cole. Allí empieza tu refugio. Has aprendido a valorar mucho más a esas cuatro paredes, a esas 19 personas que andan contigo y a los profesores que desde que se enteraron se han desvivido por hacerte las cosas más agradables, a veces, demasiado. Durante 1 año y medio fuiste la chica de siempre. Intentaste llevar todo con la mejor de tus sonrisas, con la participación y el entusiasmo de siempre. Intentaste ser la alumna "perfecta" que siempre habían visto en tí, aunque bajaste tu rendimiento y con ello, tus notas temblaron desde su brillantez, hacia algún punto de menos. Pero en ese tiempo te refugiabas de la tormenta porque sabías que sólo conocían la situación tus amigos, y de ellos, un par eran las que lo sabían todo (o casi). Supones que por eso, cuando todo empeoró y te viste más frágil que nunca, estar allí donde nadie te preguntaba ni te compadecía, te reconfortada. Y por eso cuando la noticia se corrió entre los profesores a causa de un momento de debilidad y confianza en uno de ellos, te sentiste vencida por la situación. Notaste enseguida la compasión, las miradas de pena, las palmaditas en la espalda que siempre quisiste evitar, algún abrazo, alguna excusa y algún consejo tonto que no querías escuchar. Te sentiste por unos días la persona señalada, esa de la que todo el mundo pensaba que era muy fuerte. Intentabas no derrumbarte cuando te preguntaban por él y por su salud y desempolvabas alguna de tus contestaciones típicas: "ahí vamos, a ver si pronto le dan el alta.... Está bien, dentro de lo que cabe, mejor...." Pero tus padres siempre dicen que te debes de sentir orgullosa porque no todo el mundo encuentra en su colegio a personas que le quieren tanto y que se preocupan por tu situación más allá de las notas. En el fondo, sabes que tienen razón y te sientes afortunada. Tu refugio tambalea, pero sigue siendo tu refugio, donde puedes coger aire antes de zambullirte de nuevo.
Pasas allí las horas entre clases, entre risas, apuntes, algún abrazo... Luego, rehaces el camino de vuelta y llegas. No hay nadie que te responda a un : "ya estoy en casa". No está él con la tele encendida, esperando a que le des el correo o la propaganda, esperando que le preguntes qué tal o si necesita que le acerques algún medicamento. No viene ella para que le des un beso (o te muerda porque dice que tienes unas mejillas que dan ganas de morder). No hay nadie que te pregunte qué tal el día y que sepas que te escucha, que le guste que le cuentes tonterías sobre si tengo tal examen, ha sacado tal nota, éste se ha caído o me han dicho que... No huele a comida recién hecha. Dejas los trastos y vas a la nevera. No sabes que hacer de comer. Tampoco es que tengas un gran repertorio culinario y los congelados que hiciste ayer te sentaron mal. Quizás hoy optes por una pizza. Debe de hacer como 3 días que no comes pizza, no? Mientras, fregas los cacharros que se han ido acumulando. Te sientes satisfecha por ver todo limpio y perfecto. La paliza de ayer tuvo algún efecto y hoy, a la luz del día, se nota más tu esfuerzo con el trapo y el mocho. Comes y sin querer, te acabas durmiendo en el sofá. Te acuestas tarde todos los días entre unas cosas y otras y el cansancio te pasa factura aunque no quieras. Te suele despertar la melodía de tu móvil. Suele ser ella. Te llama y habláis unos minutos, como si eso fuera suficiente. La conversación siempre sigue los mismos patrones: te pregunta qué tal el día, qué planes tienes para hoy, deja que le cuentes alguna tontería (los primeros días le contabas más, pero ahora sólo le cuentas alguna cosa que te hace ilusión), te pide-recuerda algún favor que quiere que hagas; tú le preguntas qué tal está, cómo está él, que le han dicho los médicos y cuándo volverán. Ella te contesta con dulzura y rapidez, te dice que sigas con tu vida y con tus planes, que salgas más. Te dice que te quiere y por último, siempre te repite que no le hace gracia que estés sola, pero que ya que es así que cierres la puerta con llave y con todos los pestillos, que no le abras a nadie y que por favor, tengas mucho cuidado. Tú la llamas pesada, le contestas que también la quieres que le de muchos besos a él. A veces se le oye a él por detrás tan gruñón como siempre. Te sorprendes sonriendo, echando de menos su pesimismo, pensando que ni aún postrado en una cama ha perdido su mala leche. Cuelgas y vuelves a sentirte sola. Comienzas tus quéhaceres diarios de clase mientras piensas en lo poco que te queda en tu refugio. Cuando a penas te has dado cuenta, debes de poner una lavadora, recogerla o hacer la cena. Te sientes muy cansada cuando comienza a anochecer y , con la luz encencida para no dormirte, te pones a ver la tele y enciendes el vídeo para grabar la serie de turno: en el hospital la tele sólo está hasta las 12. Cuando termina o el cansancio te vence, bajas las persianas del comedor, apagas bien todo y te marchas a la cama de la habitación grande sin nadie que te haya deseado "Bona nit, pequeña!" Desde allí comienzas a repasar a ver si has cerrado la puerta con llave, has apagado bien el gas, has hecho las tareas del día siguiente; a ver si has puesto el despertador, si has... y poco a poco el sueño te ha vencido y tu mente anda cabalgando por el mundo de los sueños. Unas horas después, el despetador volverá a sonar y la rutina comenzará de nuevo. Otra vez la ducha, la taza demasiado caliente, la mochila... otra vez se repiten las mismas acciones que llevas un mes haciendo. Los silencios siguen pesando. Te has ido acostumbrando a la soledad que te has impuesto.
Podrías estar con algún familiar pero la independencia siempre fue tu plato preferido y has decidido quedarte en tu casa, seguir tus horarios, atender el teléfono.... sentirte a gusto entre tus paredes. Tus amigos a veces no entienden que decidas quedarte en casa para poner una lavadora, que tengas que hacer la cena... a veces bromean diciendo que en este mes te has empezado a parecer a sus madres. A veces te da mucha rabia porque sabes que ellos no te entienden, que te recriminan el que hayaas cambiado. Te jode que ellos no entiendan que hayas cambiado, que sin pretenderlo, hayas madurado. Te ha tocado crecer de golpe, ponerte el mundo por sombrero y hacerte cargo de algo que no te corresponde. Todavía eres una niña, joder. La gente te dice que eres fuerte, pero tú sabes que simplemente estás viviendo la vida que te ha tocado, te estás enfrentando a los obstáculos que se ta van planteando. A veces es tal la presión que sientes sobre tus hombros que te acabas sintiendo vencida y lloras hasta que no puedes más, hasta que tus ojos se secan. A veces acudes al refugio que tienes en tu refugio y allí lloras sabiendo que hay alguien delante. Te reconforta su experiencia, agradeces sus palabras y sientes un infinito cariño y agradecimiento cuando ves que también se emociona aunque se contiene contigo y con tu historia. Te dice lo que ve en realidad, te da consejos y te dice cosas que quizás otro "amigo" no se ha atrevido a decirte. Lo echarás de menos dentro de unos días, cuando te despidas hasta que vuestros caminos os vuelvan a unir.

Deseas con todas tus fuerzas que todo vuelva a la normalidad, que dentro de muy poco la casa se vuelva a llenar y que te dejes de sentir sola. En cierta manera te de miedo porque sabes que de alguna forma, cada día que pasa es uno menos en una cruel cuenta atrás que lo irá apagando hasta que ese cruel y feo mounstro se le lleve para siempre de tu lado y tan sólo te deje recuerdos.

Tu vida, ni más ni menos.


Dioooooos! necesitaba escribirlo, desahogarme. Si alguien se lo ha leído entero, gracias mil gracias por el enorme sacrificio que ha supuesto. Un besazoooooo enooooorme!



Un abrazo



jesS

miércoles, 11 de junio de 2008

Gríta fuerte qué esperas de mí, grítame qué esperas de mí. Ahora que estoy sentado y sin reír qué esperas de mí. (Vidas-Revolver)



Sí, he fallado en mi promesa de actualizar una vez al mes como mínimo, pero he tenido ciertos problemas técnicos que me han obligado a dejar a un lado el ordenador. Pero vuelvo. He vuelto a este pequeño lugar con energías renovadas, o por lo menos con algún tipo de energía.



Siempre lo digo, pero entre entrada y entrada de este blog pasa demasiado tiempo. A simple vista parece que un mes o un mes y medio tampoco es tanto, pero cuando te pones a repasar todo lo que has vivido, las sensaciones, risas, lágrimas, sentimientos... te das cuenta de que un mes es muucho tiempo. Tu vida puede cambiar en un sólo segundo, en un sólo instante que es capaz de cambiar el curso de los acontecimientos que te acompañarán toda una vida. Es tan curioso comprobar como cada día que pasa es un día que perdemos y que es irrepetible. Olores, sabores, caricias, sentimientos,miradas, risas, llantos, besos, abrazos... Es tan curiososo comprobar como los sueños no se hacen realidad pero los seguimos manteniendo en nuestra cabeza. Parecen tan reales que nos jode pensar que nunca los llegaremos a vivir.

martes, 15 de abril de 2008

Son sueños que nunca se cumplen...

"Dormía plácidamente. Ya había amanecido y unos rayos de sol se colaban por la ventana iluminando levemente la desordenada estancia. Creí haber despertado por unos instantes cuando ví emerger una figura cruzando el humbral de la puerta. La figura me resultaba familiar, pero me sorprendió verle frente a mí, sonriéndome. Incluso creí escuchar su voz saludando mientras le devolvía la sonrisa. Nos miramos y no mediamos más palabras que la de los gestos y las miradas. Él recorrió el poco más de un metro que le separaba de mi cama y de mí. Primero se sentó en un lado, mirádome a la cara, esperando que fuera yo la que diera el siguiente paso. Sabía lo que él quería, conocía el mapa de sus insinuaciones y era un momento que ya habíamos imaginado ambos. Me hice a un lado, pegando por completo a la pared mi espalda y aparté el edredón invitándole a que entrara. Hizo un poco más amplia su sonrisa y yo sentí un ligero rubor. Él sabía lo que yo estaba esperando perfectamente, pero quiso alargar el momento. Por fin deshizo los centímetros que salvaban nuestras bocas y se fue acercando lentamente. Cerré los ojos y me abandoné al laberinto de sensaciones y experiencias que supone en pimer beso con una nueva persona. Roce y caricias. El sabor de sus besos se me antojaba misterioso, cargado de dulzura y de amor, lejos de los besos que sólo esconden la pasión húmeda de un momento que no espera una segunda vez.
Al final se metió en el hueco que le había rerservado junto a mí y me miró a los ojos. Fue una dulce sensación. Me apartó el pelo de la cara y me acarició de nuevo. Un último beso, un largo abrazo y desperté."


A menudo los sueños nos juegan malas pasadas. El subconsciente se empeña en recordarnos aquello que jamás podremos poseer y se burla de nosotros con su arma más poderosa. Por unos instantes nos deja jugar con lo que siempre deseamos para arrebatárnoslo a la llegada del alba. Otras veces se empeña en sacar a la luz aquello que queremos esconder bajo mil capas, aquello que creíamos olvidado o que simplemente no nos apatece reconocer. Nadie sabe lo que soñamos y no nos pueden juzgar por nuestros sueños. Nadie sabe por qué nuestro subconsciente habla así con nosotros y qué es exactamente lo que nos quiere decir en esas charlas. Todos los días viene a hablar con nosotros cuando más vulnerables nos encontramos. A veces le damos la importancia suficiente a esas charlas y a la siguiente mañana tenemos imágenes nítidas que nos hacen replantearnos el contenido; otras, sin embargo, vivimos las charlas como un momento más que acontece cada noche, algo rutinario y reparador que termina con el sonido del despertador.
Sueños... me gustan cuando los puedo tocar con la punta de los dedos y sentir las caricias. Los odio cuando me doy cuenta de que todo se ha desvanecido en cuanto he abierto los ojos. Me intrigan cuando aparece gente que dejé atrás, que no veo o que tengo frente a mí todos los días en un rol diferente y en un escenario que a veces roza lo subrealista. Supongo que es nuestro espacio íntimo durante unas horas. No podemos evitar hacerlo así que ¿por qué no aprovechamos momentos como el que nos proponen y los intentamos hacer realidad, aunque al abrir los ojos nos duelan? Al fin y al cabo no podemos evitarlos.

miércoles, 26 de marzo de 2008

Actualización de Marzo

Intentaré actualizar más, lo prometo...



Puede que la vida sea un camino desconcertante que nos lleve al punto donde ella quiera, que nos atrape con el embrujo fugaz de lo desconocido y que nos invada con las dudas del tiempo ya pasado. Puede que todo sean conjeturas, que nada nos acerque a la realidad de lo que ocurrre. Puede que nuestros sentimientos se hagan fuertes en nuestro corazón y que no dejen que la razón tome de una vez por todas el rumbo. Pero todo son "puedes", dudas que no encuentran una clara respuesta y que hoy invaden la calma blanca que reina por imposición.

Todo marcha rápido, o demasiado lento. El deseo de huir se hace hoy más presente que cuando lo apagué por fin en una etapa de oasis que te dan el aire suficiente para respirar con tranquilidad durante unos días.

Puede que no tenga nada nuevo que contar. Tal vez esto ya lo haya dicho pero necesito convencerme de que tengo que tomar un nuevo rumbo que me aleje de esta parte que me está dañando, que me está haciendo sangrar en viejas heridas que un día alguien me ayudó a curar.

Siempre digo que el tiempo es un viejo amigo que hace curar las heridas. Pero cada día estoy más segura de que el tiempo tan sólo nos engaña con un falso olvido y cuando crees que la herida ha curado te das cuenta de que tan sólo ha cicatrizado. Las heridas grandes cicatrizan y con el tiempo dejan de sangrar hasta que algo las roza, aunque sea levemente, y se abren de nuevo con un dolor diferente. Más profundo. Más amargo. Un dolor que tiende a consumir el olvido.

jueves, 7 de febrero de 2008

Lo siento...

Tiempo...el tiempo escasea en mi vida lo siento. Ahora que tengo un ratito dejo mi opinión para la clase de Ética acerca de la situación de la mujer.





En pleno siglo XXI, la mujer continúa siendo vista a través del mismo patrón que años atrás la marcó. Siempre ha sido la persona relegada a un segundo plano en todos los niveles de la vida familiar, histórica, personal... Y es que en épocas pasadas, la mujer sufría leyes inútiles que no han hecho más que menguar sus posibilidades de crecimiento a la hora de igualarse con el hombre y hacerse un hueco en la sociedad.


Gracias a años de luchas por parte de aquellos que se atrevieron a alzar la voz, y al desarrollo del mundo occidental, la mujer en el último siglo ha alcanzado de manera progresiva un papel importante en nuestra sociedad, anque no lo suficiente.


Todavía seguimos manteniendo viejas costumbres que llegan a cortar las alas del desarrollo. Es muy fácil observar todavía esa desigualdad en nuestras propias casas o en nuestro alrededor: tareas relegadas únicamente a la mujer, trabajos en los que existe una división según sexos, salarios diferentes según seas hombre o mujer con la misma titulación... Aunque la lacra sexista que azota el mundo occidental es la violencia de género. Es una violencia cobarde se sufren mujeres de todo tipo de edad y condición a manos de sus parejas y que, en muchas ocasiones, llega a costarles la vida. Esos hombres vuelcan sobre ellas sus miedos e inseguridades con el fin de sentirse superiores, aunque ello conlleve hacer daño a la persona supuestamente amada.


Y auqnue nos cueste aceptarlo o no lo compartamos, actos como este no cesarán hasta el momento en el que los prejucios desaparezcan de nuestras vidas y comprendamos que toda persona es igual a su semejante.


Pero los casos en la parte occidental de nuestro mundo no son aislados. Si ponemos la vista en los vecinos orientales o del tecer mundo, vemos que estas vejaciones pueden verse igualadas por actos que ponen de manifiesto la consideración de la mujer como un objeto sexual y un ser inferior. Algunas culturas llegan a cometer actos tan salvajes como la mutilación del clítoris a edad temprana con el único fin de privar de placer a la mujer, que no al hombre, y reservarla para la procreación y el cuidaddo de los niños y de la casa. Pero este no es el único ejemplo de actos salvajes. En otros países se llega a lapidar a muchachas por cometer adulterio o por tener un hijo fuera del matrimonio, sin importar que estar fueran violadas.


Consideradas impuras, obligadas a dejar de lado sus sueños para ocuparse de cada detalle y de cada cosa para sacar adelante a toda una familia, violadas por gente siin respeto a nada, vigiladas y privadas de libertad por el hecho de haber nacido mujer... Son cosas que más de la gran parte de la población mundial padece mientras nosotros lo aceptamos y volvemos la vista hacia otro lado sin plantearnos nada acerca de qué es lo que nosotros podemos hacer por cambiar el mundo.


Debemos luchar por alcanzar la igualdad y remendar errores para alcanzar la igualdad y remendar errores con el fin de dejar un futuro esperanzador a las nuevas generaciones.

viernes, 4 de enero de 2008

Volveré a ser fuerte, como no a ser valiente.

Pasamos la vida persiguiendo metas que nos quedan lejos. Creemos que todo queda muy lejos y a penas no nos damos cuenta de la fragilidad de las cosas que nos envuelven. La vida. Los sueños. Las ilusiones.

Malas notícias que no esperan a que las encajes. La vida está hecha a base de ellas. Supongo que todos tenemos problemas y los superamos, pero yo no veo el futuro. Lágrimas y tristeza. Los duros golpes son eso. Todavía no lo entiendo. Soy joven. Puede que todavía esa niña asustadiza que se escondía en los brazos de su mamá cuando algo le hacía daño. Aún me refugio en ella cuando todo va mal.

He dejado de tener esperanza. La fe no está hecha para gente como yo. Ya no me siento con fuerzas para encajar más duros golpes, pero sé que es lo que me toca. No soy fuerte, sólo le planto cara a la vida y disimulo con una gran sonrisa. Tal vez sea una buena actriz viviendo en una vida real. Puede que esto solo sea una pesadilla, que mañana despierte y nada haya pasado. Que nunca tenga que hablar de la muerte de un ser querido, pero estoy segura de que no pasará demasiado tiempo.
En estos casos es cuando me jode ser mayor porque me tratan directamente, sin suavizarme las cosas ni mentirme como en la primera vez. Supongo que por lo menos me da tiempo a asimilarlo. Tiempo...

Bueno, creo que aquí lo dejo porque esto no tiene mucho sentido.

Un beso.