miércoles, 1 de abril de 2009

Sirena Varada...


"Pero es que cada gota de lluvia lleva a lomos demasiados recuerdos que, cuando osan acariciar las heridas que todavía no han cicatrizado, escuece. Llovía aquel día en el que me partieron el corazón en mil pedazos y, sentada frente a la ventana hasta que el tiempo dejó de pasar y las horas perdieron su importancia, vi como la lluvia y el viento se llevaban los pedazos de un maltrecho corazón que justo en aquellos momentos y no en otros, dejó de creer en el amor. Y aquel día, mientras mis lágrimas formaban un charcho de tristeza en el que naufragar, me prometí a mi misma sellar para siempre mi corazón si de esta manera nunca nadie me volvía a hacer daño. Las gotas de lluvia sellaron mi pacto y aquella pequeña llave bajo la que esconder mis miedos se la llevó algún pequeño riachuelo de ilusión y de cobardía encubierta. Confié en que quizás algún día la trajera de vuelta un pequeño barco de papel que atracara en un puerto seguro, sin miedos oscuros, sin lágrimas de media noche. Pero los barcos de papel se rompen, se deshacen y desaparecen como las promesas que se formulan al viento. Aquel barco de papel con el billete de vuelta se ha perdido en la corriente de alguna tormenta y ha encallado en el vaso de ron de algún pirata o marinero que se tragó la llave e hizo llorar a esta pequeña sirena. Pero los marineros tienen a mil sirenas suspirando en cada puerto y la sirena que esconde su corazón en barcos de papel siempre huye sin saber si la invitaran a otro ron. Al fin y al cabo hay sirenas que se olvidaron de nadar mucho antes de aprender. Y yo me olvidé de nadar el día en el que dejé de creer en el amor, el día en el que la vida me demostró que los príncipes azules se van en el momento en el que hace falta que te envuelvan con su capa.

Pero la lluvia ha sido mi aliada cuando la he necesitado, cuando he creído que un momento así no se podría concebir sin ella, sin esa melancolía opaca que te envuelve el corazón sin necesidad de una excusa. Por eso salí a la lluvia el día en el que la vida dejó más desamparada que nunca, cuando sentí que se me había quebrado el corazón y sólo me quedó sentarme en el banco de piedra blanco resguardado por un porche a ver pasar las horas teñidas de dolor. La lluvia trajo consigo la fuerza del cariño, la fuerza que te arrastra a ponerte en pie incluso cuando se te ha olvidado cómo late el corazón, cuando has conocido a la muerte y la has mirado a los ojos suplicándole un único día más.

Pero los días de lluvia, a parte de los recuerdos, traen consigo esa extraña inspiración para un alma romántica que nunca es leída. La lluvia cae y tiñe los días de ápices tristes que yo convierto en historias, historias olvidadas que nunca ven la luz del sol, que viven en las nubes negras y en el alma de una pequeña sirena que hace con ellas barcos de papel en los que esconder su corazón.”

2 comentarios:

Srta. Nostalgia dijo...

Sublime, Jéssy. De verdad, brutal. Has plasmado perfectamente ese sentimiento de hastío. Bienvenida al club de fans de la lluvia como método de escape. Un beso, y sigue escribiendo!

Blackrose dijo...

A veces, pero sólo a veces, hay genios que toman cuerpos humanos y por éso, a esa gente se la dice que tiene "ingenio", porque dentro de él está la esencia maravillosa del arte.

Tú tienes ese ingenio. Gracias por compartirlo.
Genial texto. :)


Las cosas con el caballero del que te hablé no se han podido solucionar porque no se ha vuelto a conectar.

Sirena, vuelve al mar, varada por la realidad...

Un beso de los nuestros.:)
Se te quiere, alter ego.