viernes, 29 de mayo de 2009

El joven se subió al banco que había bajo el ventanal. Sentía el vértigo de la libertad, la fragilidad de la vida, el influjo de sentimientos encumbrándole hacia la locura más absoluta. Abrió los ojos como platos y fijó su mirada encendida en aquellas imágenes que el mismo estaba proyectando ayudado por el humo serpenteante de la chimenea de aquella casa que luchaba en una batalla encarnizada contra el frío. Intentó coger el humo entre sus manos, deshacer las escenas que veía en él y que le dolían porque sabía que el tiempo nunca regresa. Dio un paso hacia delante sintiendo la consciencia de sus actos suspendida en el aire. Había sentido el aliento de la muerte sobre su nuca durante aquellos días. Quizás aquella casa vacía parecida a la de su infancia, aquella ventana abierta premonitoriamente y aquellas imágenes desfilando por su mente como si se tratara de un último adiós, no hacían más que indicarle que su final había llegado.Sonrió de manera oscura, con una determinación alarmante cruzando su rostro. Se balanceó cogiendo impulso, cerró los ojos sintiendo el aire frío clavándose en él y se dispuso a dar el último paso que lo separaba del suelo y del final.


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El texto es parte de un relato que he escrito para un concurso. Sé que es parecido que escribí hace alguna entrada, pero me perdonáis, no? :)

3 comentarios:

Nagash dijo...

Perdonada ;) Alguna forma de leer el relato entero?
Un abrazo!^^

Srta. Nostalgia dijo...

Jaja qué mona. Me encanta la decadencia, y más si está dentro de chicos guapos que me inciten a la locuuura, jajajaja. Sigue escribiendo, esto se pone muuy interesante. Mua!

Nagash dijo...

Bueno, siento curiosidad por leerla entera, si me la puedes mandar por correo, en mi perfil está una de mis direcciones, la leeré en cuanto tenga un rato ^^
El libro de la naranja mecánica es genial, aunque es mucho mas cruel que la película^^U
Un abrazo!^^