jueves, 11 de junio de 2009

A veces siento que pierdo altura y pido permiso para aterrizar

A veces siento que corro a ciegas. A veces es como si estuviera en una carrera de fondo en la que sólo hago que correr y correr y nunca acabo. Y entonces, llega un momento en el que me quedo sin respiración y caigo al suelo. Sigo a ciegas, me levanto, busco una mano amiga y vuelvo a correr.

A veces siento que soy un auténtico y completo desastre. Y no sólo lo pienso. Tengo la certeza absoluta de que soy un desastre monumental. De hecho, lo puedo afirmar de forma científica. Me ocurren las situaciones más inverosímiles, estúpidas y torpes, y comienzo a estar cansada.

A veces me siento prescindible y me entra el miedo. "Eres necesaria, pero no imprescindible", recuerdo que me dijeron una vez. Soy fácilmente reemplazable. Eso es de lo que me he dado cuenta. Es por eso que a veces me sorprende que alguien me diga que soy "especial" para esa persona. A veces alguien me dice que he influído en su vida, que mi sonrisa le animó en tal momento o que uno de aquellos abrazos significó algo. Eso también lo hago sin darme cuenta. Soy muy así. Soy un desastre, una completa contradicción, pero también soy de ese tipo de personas que regalan todo sin darse cuenta y que en ocasiones no regalan nada, pero lo que bien es cierto es que me cuelo en la vida de la gente con una facilidad pasmosa. Es por eso que a veces me entra el pánico y corro, corro lejos. Me da miedo y lo peor de todo es que no sé qué es lo que me asusta. Me da miedo echar raíces y que un día me las corten. Me da miedo que alguien me regale su cariño y por ese motivo, cuando me siento "querida" por alguien nuevo, huyo y rehuyo. Me pregunto el por qué se interesa por mí y desconfío. Me empeño en pensar que no tengo nada que ofrecer para que me quieran. No me valoro. Soy insegura. A veces peco de cobarde y me cuesta quedarme quieta en la vida de esas personas que me quieren. Pero he de reconocer que a pesar de todo sigo ahí. Nunca salgo de sus vidas por completo. Merodeo, me quedo cerca y estoy a una llamada, a un café, a una abrazo.
La gente que me conoce sabe que yo soy de todas partes, pero de ninguna. Lo aceptan, lo entienden, me siguen queriendo. Hay gente que no acepta que tenga que respirar de vez en cuando. Y para respirar hay que salir. Es como en las noches de fiesta, cuando te ahoga la aglomeración y el humo y sales fuera para respirar, para coger aire fresco y oír la música desde fuera. Lo reconozco: yo soy de las que ha de salir. Y correr, salir, respirar... me trae problemas en ocasiones. Quizás tenga que echar raíces y comenzar a quererme más a mí misma. Si me quiero más a mí misma puede que deje de replantearme el por qué la gente me quiere.

1 comentario:

Nagash dijo...

Así a primera vista diría que tenemos cosas en común...Sobretodo en eso de necesitar salir a respirar un rato.
Te he agregado al msn, la cuenta es diferente a la de mi perfil, espero que no te moleste^^
Un saludo!