miércoles, 13 de mayo de 2009

Tarde de jueves

Lo he hecho. No ha sido tan difícil. Una tarde cualquier después de clase. Una charla simpática en la que intentaba no parecer estúpida ante un él mientras caminaba sin tener claro el rumbo me he hecho olvidar lo que llevaba tanto tiempo cavilando. Por unos minutos, he dejado de pensar en si esta vez tendría valor para no quedarme en la puerta. Mis pasos me han guiado. Sería imposible olvidar el camino que lleva hasta allí. Lo he recorrido durante años cogida de su mano, de la mano tu madre. Entonces era una niña que, en silencio, se preguntaba qué era aquello que le dolía tanto. Lo he comprendido. Aquel lugar silencioso tiene algo que se te clava dentro como un puñal. He seguido caminando escoltada por las fotografías sonrientes de aquellos que se fueron para siempre. Nunca tantas sonrisas se me antojaron tan tristes. Y al llegar allí, completamente sola, he llorado. En las despedidas eternas es normal llorar. Me he sentido pequeña, aquella enana con coletas que te veía jugar a las cartas, pero me he sentido mayor, más madura, como si hubiese crecido frente a aquel mármol desde el que me miraban fotografías entre las que no me acostumbro que esté la tuya.

-Mi mundo es un desastre desde que te fuiste, ¿lo sabías? Ya no soy la misma. He cambiado.

De repente, mientras te decía aquello, te he comprendido y el rencor que todavía albergaba, se ha disipado. La vida se tornó muerte y tú cambiaste demasiado. Al viento, en silencio, he prometido no cometer tus errores. Finalmente, he rehecho mis pasos optando por el camino largo a casa, dejando que el sol y el viento jugaran con mi pelo, me secaran las lágrimas osadas y me dejaran pensar en lo que me está pasando. He caminado por lugares conocidos que olían a pasado y por los que dejamos nuestras huellas. Pero ya no queda nada de aquellos tiempos. Ya no queda nada de lo que viviste. Y esto no ha solucionado todos mis problemas, pero yo me he quitado una espina que todavía tenía clavada y que hoy, sin saber si por la charla amable del camino, por la lucidez repentina de una tarde sin dolores desesperantes o porque ya estaba preparada, me la he arrancado para siempre.

-Adiós, papá.- he conseguido decir por fin, después de 7 meses de ausencia que he intentado olvidar a golpe de silencio

2 comentarios:

Nagash dijo...

Tras sacar una espina como esa, se cierra bien la herida?
Buena entrada;)
Un saludo!

Nagash dijo...

Hola^^
Creo que te entiendo, sobretodo en eso del tiempo. Es lo que tienen estas cosas, que sirven para aprender, aunque no sea de forma agradable.
No te pediré que te calles ni te dejaré de leer, me parece interesante.

Un beso y un abrazo, gracias a ti por contestar ;)